
Por Walter Gonzalez*
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La precognición de un desprendimiento habría de suponer una facilidad en la aceptación del mismo, después de todo una anticipación a lo inevitable debiera ser una oportunidad para estar listo y enfrentar propiamente los efectos subsiguientes, esto es pura teoría, la realidad es muy distinta, sobre todo cuando se valora tanto lo que se está por perder.
Así pues, el primer adiós es precisamente esa precognición, en determinado momento podría convertirse en un esfuerzo vano, sea para evitar o cuando menos para postergar lo inminente, es particularmente doloroso cuando los días parecen ir contándose de atrás para adelante, como en una cuenta regresiva que trae la mente directamente a tierra firme de forma tan insufrible.
Llega entonces el desprendimiento, ese instante que resulta irse tan rapido y ser más difícil de sobrellevar de lo que se creía, es el momento en que ya no hay palabras que ayuden, pues el primer intento de hablar se atora en la garganta y sale por los ojos en forma de lagrimas, se vuelve entonces un pensamiento repetitivo, obsesionante y tormentoso, es la cúspide de este doloroso crescendo que desemboca en un declive mas o menos empinado, los recuerdos, ese eterno adiós, ese recurrente e intermitente rumor que con el viento trae un nombre y con la luz de cualquier estrella un rostro, es sencillamente la inmortalización del desprendido en la forma de una cicatriz mental destinada a coexistir con el dejado.
Hay que recordar que la materia y la energía no desaparecen, simplemente se transforman y talvez lo mismo pasa a las personas, no se van, se convierten en recuerdos, en puntos de referencia temporal, o talvez en amigos invisibles ¿Quién sabe?
Lo mejor será aprender a tener en el reverso de cada adiós, un hola pegado para poder iniciar y de un salto salir a flote de cada fatalidad.
Así, en síntesis es el desarrollo de este triple suceso, y cada parte es un factor y a la vez un evento en sí mismo, El Presagio, El Evento y El Efecto, tres rostros de una misma pesadilla, tres actos de una misma tragedia, y cada una, uno y tres días, uno y tres años, una y tres vidas…
*Walter Gonzalez: escritor, poeta, cinéfilo y bloguero, integrante del club de décimas para Guatemala y coordinador de clubes de lectura. Más informacion en su blog:
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