
Hay un elemento humeante, característico del guatemalteco, el café. ¿Qué no se comparte con café? En Guatemala, toda buena tertulia se corona con una taza de espeso café. Un buen café por supuesto. Desde negocios hasta citas amorosas danzan ante esta magna bebida.
Dos jóvenes se acercan y se demuestran confianza alrededor de una taza de café recién hecho. Dos empresarios se acercan y cierran un negocio alrededor de una taza caliente de café. En ambas situaciones un invitado es quien rompe el hielo en la tertulia, o por lo menos es el motivo de ésta. ¿Querés un café?
En Guatemala el café es tan propio como la tortilla de maíz, en las mesas puede faltar cualquier cosa, menos la tortilla, el chile y por supuesto el café. Y es que alrededor de una bebida que aparentemente no tiene mayor relevancia, se tejen historias completas.
En el área rural un abuelo teje las historias del cadejo, la siguanaba, la llorona y demás espíritus a los patojos frente a un fogón, acompañados por el café. Y ellos se espantan y corren a esconderse bajo sus cobijas para no ser atrapados por los espíritus. Ellos se santiguan bajo sus sábanas confunden cualquier sonido con el paso de casquillos del cadejo. Un soplido del viento con el lamento de la llorona. O el crujir de las ramas con el paso del duende.
Para todo ello, el abuelo ríe de sus historias, saboreando aquel café que se prepara en una jarrilla de lata y es servido en un batidor de barro, que alguna vez trajo de su peregrinación a Esquipulas un 15 de enero.
¡Ahh! El café, como no tener buenos recuerdos de él. Tal vez añorar el tiempo que uno se llevaba para prepararlo. Y de servirlo en batidor. Nada sabe mejor que el café en batidor de barro. Porque mantiene el sabor a tierra, a tierra guatemalteca.
En el fuego era divertido ver bailar la tapadera de la jarrilla cuando estaba hirviendo. Servirlo en el momento con un pan, remojarlo lentamente en su contenido y rápidamente llevarlo a la boca. Pero cuidado, si el café estaba muy caliente se corre el riesgo de quemarse la boca. Cosa que las abuelitas aconsejaban, no comer rápido por temor a quemarse. Luego, con la quemadura no quedaba más que resoplar para enfriarse los labios. ¿Acaso eso evitaba volver a saborear el café caliente con pan? Eso sí, ahora con más cuidado.
La taza con el tiempo fue desplazando al batidor de barro. Eran tazas pintadas con flores o aves que se ganaban en las loterías. En ese tiempo el juego costaba un quetzal. Y con tres maicitos en línea dentro del tablero uno podía cantar lotería. Y elegir entre unos platos, una bacinica o un juego de tazas con el dibujo de unos patitos. La elección era clara, las tazas podían elevar el estatus al momento de la cena.
Por ello, las tazas eran almacenadas en una platera, y utilizadas para cuando llegaban visitas. En ese momento se decía -¿Quiere tomar un café?-. Cada familia entonces, tenía su medida de azúcar y de café. Hay tantas clases de café además de formas de prepararlo, como familias en el lugar. Por ello probar el café era probar la esencia de cada familia.
Ya con el café la reunión se volvía muy amena. Sentir la calidez del líquido en el estómago daba cierto grado de placer. Era reconstituirse. Aun más si se tenía cierto tiempo sin comer. Entonces una taza de café no le caía mal a nadie. Y era recibido con cierto agrado y complacencia.
Con el tiempo el café se volvía el pretexto ideal para alargar la plática. Las tazas de café se acumulaban en el ambiente y las tertulias se extendían hasta bien entrada la noche. Cuando los niños de la visita se dormían en sus regazos. O bien cuando, el café se terminaba.
Con el tiempo el café se volvía el pretexto ideal para alargar la plática. Las tazas de café se acumulaban en el ambiente y las tertulias se extendían hasta bien entrada la noche. Cuando los niños de la visita se dormían en sus regazos. O bien cuando, el café se terminaba.
Agua de Calcetín
Nunca se le da a la vista un café tan cargado, como para que hagan caras, ni tan ralo que parezca agua de calcetín. Esas son las reglas. Luego van a hablar que no sabemos hacer café, o que somos tacaños y no lo hacemos cargado. Y es que pareciera que esas reglas van mucho más allá de las conocidas. Como aquella que reza, pero que no está escrita, que todo buen café necesita de su pan.
Nunca se le da a la vista un café tan cargado, como para que hagan caras, ni tan ralo que parezca agua de calcetín. Esas son las reglas. Luego van a hablar que no sabemos hacer café, o que somos tacaños y no lo hacemos cargado. Y es que pareciera que esas reglas van mucho más allá de las conocidas. Como aquella que reza, pero que no está escrita, que todo buen café necesita de su pan.
En algunos lugares, en otros tiempos, dentro de la República de Guatemala, a los campesinos se les obligaba a vigilar sus comunidades. Esto por la guerra interna sufrida. Los campesinos, acostumbrados a echarse los traguitos de vez en cuando, no lo podían hacer cuando hacían sus rondas. Entonces tomaban su batidor de barro y mezclaban el café con el aguardiente y así bebían. Eso los más discretos. Otros simplemente al batidor le echaban el aguardiente sin café. Esto para despistar a sus superiores.

¿Quién no recuerda un encuentro amoroso alrededor de un café? De alguna manera, el paso seguro para entablar confianza con una persona es una taza de café. Y mucho más si esa persona es por quien se guarda un interés secreto.
El café, en este caso, es un cómplice que lo ignora. Un amigo que acompaña durante todo el cortejo. Desde la primera taza, hasta diluir una insinuación, una carta, una servilleta con un pensamiento o una atropellada declaración amorosa. Aunque el café tiene su dosis estimulante, no lo es, lo suficiente como para no provocarnos un tartamudeo incómodo frente a la pareja.
Entonces el café se sonríe con nosotros. En algunos casos funciona. En otros simplemente esperará la próxima oportunidad. Donde seguramente también estará invitado.
El café otra forma de vida.
Por excelencia, en nuestros países, el café no solo es una marca de exportación, es un modo de vida. Una forma de vida. En la cocina el olor a café hervidito inunda cada resquicio de la casa. A las siete de la mañana, ya estaba el primer café. Por la tarde, a las seis, el fuego era avivado y los carbones eran escarbados para revivir el olor de la mañana. Entonces el vapor que salía de la jarrilla emitía un leve soplido.
Por excelencia, en nuestros países, el café no solo es una marca de exportación, es un modo de vida. Una forma de vida. En la cocina el olor a café hervidito inunda cada resquicio de la casa. A las siete de la mañana, ya estaba el primer café. Por la tarde, a las seis, el fuego era avivado y los carbones eran escarbados para revivir el olor de la mañana. Entonces el vapor que salía de la jarrilla emitía un leve soplido.
Y el burbujeante sonido del agua hirviendo era señal inequívoca que pronto habría cafecito caliente. Pero era más emotivo, en las tardes lluviosas, cuando se regresaba de la calle, con los pies mojados y la cabeza como sanate, por no haber llevado paraguas. Entones la taza de café era una bendición. Y no se podía rechazar.
Son historias que se repiten continuamente, en esa espiral a donde solo un olor como el del café nos puede llevar.
En algún lugar del mundo alguien saborea un café. Pero solo nosotros podemos sentirlo, olerlo, quererlo y tejer historias con él.
Coffea Cometa (Ángel Elías)
Comentarios
Perfecto para días lluviosos como este.
Por elli escuche que en los dias lluviosos la venta de cafe y pan sube desmesuradamente.
Saludos amigo.
¡Qué linda Guatemala! (en ese aspecto y muchos más se lleva el diez para siempre nuestra patria).
Qué bueno que escribiste este post, muy bonito.
Por cierto, ¡ya hirvió el mío! y las champurradas ya están servidas, hasta el próximo post.
Saludooos Angel.
El Café por excelencia es acompaña hasta a los malos tragos.
Salud con el cafecito.-)
Una página más
vertida sobre la taza de café
Sobre el pan
quedan migas de la tira cómica
Saludos
saludos Fer.
Y si no lo has probado de lo que hsa perdido!!!!
Mich: a cualquiera el Cafe le levanta el ánimo...
voy por un café. lo digo en serio. como dicen los de porai: "me provoca un café".
me p´regunto, con frecuencia, c+ómo es posible que los chapines tengamos tan malas ventas de vcafé. hay como cuatro o diez excepciones, pero eso es poco si pensamos en la producción que tenemos.
yo, por una taza de café, vendo a mi señor padre.
y es doloroso cuando ves cómo cae, en picada, sitios como el cafetalito, que prometía mucho y de repente tiene café de calcetín, otras veces, café como ese de un día para otro.
el café que venden en un lugar que wse llama café león, ese ´si me sigue gustandfo.
voy por mji café, salud
Eso es muy cierto. Las mejores ventas de cafe se cuentan con los dedos, y ya nos venden el agua de calcetin al modico precio de un capuccino, cuando ni siquiera saben que estos se sirven en tazas y no en copas. Ni que fuera helado de frambuesa.
Vos estas tardes lluviosas provoca zamparse un buen café-
por cierto veamos cuando vamos a echarnos el respectivo Cafecito...
?
jajaja
un abrazo Ruth