Primer acto Una noche antes…
(un niño de tres años durmiendo en una cama amplia, al fondo un escritorio, varios papeles, folders, y una mujer revisando esos papeles. El reloj al fondo marca las once y media de la noche. Da la apariencia que los está calificado. Y revisa constantemente sus notas. La mujer es una maestra que por momentos voltea a ver al niño que es su hijo esperando que no se haya despertado. Suena el celular de la mujer ello lo revisa con extrañeza. Lo lee en voz alta.
Raquel: (con voz de extrañeza, viendo el celular) ¿Por qué no me responde los mensajitos, no se mantenga callada?
(La mujer deja el celular, hace un gesto de incógnita, y voltea a ver a su hijo para ver si no se ha despertado por el sonido del celular. Vuelve a sus papeles y ve la hora, apresura su tarea)
Telón
Segundo Acto. A veces no basta un nombre
(El niño dormido junto a su madre, el reloj del fondo marca las doce treinta de la noche. Un pila de papeles sigue apilada en el escritorio del fondo. Dos lámparas encendidas, una cerca de la cama y otra en el escritorio. La mujer está recostada con los ojos cerrados, pero despierta.)
El teléfono suena.
La mujer no verifica el número, solo lo contesta en la penumbra.
Raquel: ¿Aló?
José: ¿Por qué no me responde a los mensajitos que le envío?
Raquel: ¿Quién habla?
José: No sea así conmigo, no me diga que no reconoce mi voz.
Raquel: La verdad no. Además no tengo saldo en el teléfono como para responder mensajitos.
José: ¿Es usted Raquel?
Raquel: Sí, ¿Quién lo pregunta?
José: Mala por no reconocerme, soy un admirador suyo.
Raquel: Yo conozco a todos mis admiradores. ¿Quién es usted?
José: Soy José del quinto bachillerato.
Raquel: ¡Ahhh! José, pero ¿qué hace llamando a esta hora?
José: Simplemente quería conversar. Saber qué hace. Y entablar una amistad con usted.
Raquel: Pero no cree que es un poco tarde para ello. Digo, a estas horas de la noche.
José: No, para una conversación sobre usted, no es tarde.
Raquel: Usted está bolo ¿Verdad?
José: cómo es conmigo, cómo puede decir eso, no estoy bolo, ¿Por qué dice eso?
Raquel: es que llamándome a estas horas de la noche, no lo hace un hombre sano.
(El niño se despierta y comienza a llorar)
Raquel: Tengo que colgar, mejor vaya a dormirse y nos platicamos mañana.
José: No se vaya.
(El niño rompe a llorar más fuerte, Raquel corta la llamada)
Telón
Tercer y último acto. La revelación
(Dos jóvenes conversan en un salón de clases. Al fondo varios escritorios vacios. Ellos se conversan, pero no se escucha lo que dicen. Por momentos ríen a carcajadas)
Entra Raquel
Raquel: (Se dirige a uno de ellos) José qué tenía anoche.
José: ¿Anoche, profesora? No tenía nada, por qué me lo pregunta.
Raquel: Por la llamada.
José: (con cara de sorpresa) ¿Qué llamada profesora?
Raquel: La de anoche. ¿Estaba bolo verdad?
José abre los ojos con sorpresa, se sonroja y sale corriendo de la escena. Únicamente queda el otro chico, Marco.
Marco: ¿Qué pasó profesora?
Raquel: José me llamó anoche muy extraño. Porque telefoneo muy tarde y por eso pensé que estaba bolo. Dijo cosas bien raras.
Marco: ¿Qué cosas profesora?
Raquel: Cosas raras
Marco: (Rompe en una risa descontrolada) jajajajajajajaja
Raquel: ¿Qué le sucede?
Marco: Lo que sucede es que la confundió. O mejor dicho la confundimos. Ayer José me llamo para pedirme el número de teléfono de Raquel, pero según parece era el teléfono de Raquel Godínez una chica de secretariado. Bueno, yo pensé que era usted, ya que como tenemos un trabajo con usted. Era para pedirle orientación con eso. Jajajajaja. Pero ya veo que no fue así. Él jamás me dijo el apellido, ni para qué lo quería jajajaja
Marco sale de escena retorciéndose de la risa buscando a José
Telón.
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