Ir al contenido principal

Noj VII

LOS ENCOMENDEROS

Uno se pregunta ¿cuál es la razón por la cual los del Cacif, y aún antes de serlo, se niegan sistemática, tozudamente, a aumentar el salario mínimo, cuando en todas partes del mundo, incluyendo su madre patria, EU, lo hacen todos los años ? Los hondureños acaban doblar el salario mínimo y los costarricenses lo tienen ligado al índice de inflación semestral. Entonces, ¿por qué esa inhumana, ahistórica e irracional posición de la oligarquía chapina?

Hay dos explicaciones básicas, no contradictorias: una es histórica cultural, su naturaleza encomendera; la otra es económica, su carácter codicioso, mezquino.

Los encomenderos fueron gandules españoles –militares civiles y frailes- a quienes la Corona Española otorgó, por la gracia de Dios y el rey, tierras y esclavos con que levantaron palacios, caminos, iglesias, casas, sirvientes y rentas para comprar oropel que los envanecía para darse tufos de grandes señores ricos. Todo lo hicieron simplemente no pagando el trabajo. La Antigua es un monumento a la humanidad, pero sobre todo es el monumento al trabajo no pagado a los indígenas.

Con la independencia siguió igual, no pagaron el trabajo y el trabajador siguió pagando Diezmos, Primicias, Alcabalas, etc. impuestos para la voraz burocracia que luego compartía con los encomenderos en obscuros negocios. Años después llega la Revolución del 71 y su jefe, Barrios, lo primero que hace es repartir tierras e indios a sus amigotes e inventa “El reglamento de Jornaleros” que dispone: Para cuando algún particular desee un mandamiento de jornalero, deberá solicitarlo al jefe político…cuya autoridad designará al pueblo que debe proporcionarlo. Legalizó No pagar el trabajo con que sembró, cosechó y exportó café, la oligarquía. Así, la encomienda siguió. Luego vino Ubico que cambió el reglamento encomendero de Barrios, por la “ley contra la Vagancia” perdurando la cultura encomendera de no pagar el trabajo en las fincas y en la construcción y mantenimiento de las obras públicas.

Con la revolución de Octubre llegó el Código de Trabajo que normaba el pago del salario al trabajador. Este Código fue motivo esencial para que la oligarquía intentara ejecutar veinte golpes de Estado. Finalmente, logró defenestrar la Revolución y con ello las normas al pago del salario. Así, en 1954, se impuso, hasta hoy, la posición encomendera de entrampar el salario Como vemos la oligarquía-Cacif sigue atrancada en la cultura y alma encomendera de los gandules españoles del siglo XVI.

En cuanto a la razón económica, hoy, la reticencia al pago del salario la tapan con frases sibilinas como: si sube el salario hay desempleo… desestimula la inversión. Los cacifes saben que no es verdad, por ejemplo: con Berger no se aumentó salarios durante dos años consecutivos, acumulándose, en esos dos años, un 15% de inflación. O sea, el salario real bajó un 15% y sin embargo, no hubo inversión porque aumentó el sector informal y además, según el IGSS, se perdieron 13,500 empleos. ¿Quién se ganó ese rebaja del 15% al salario del trabajador? Claramente, la oligarquía que controla la gran mayoría de trabajadores del sector formal.

Hoy tenemos alrededor de un millón trabajadores sin empleo o empleados ocasionalmente, y el 80% de la economía en el sector informal. Esta masa deso-semiocupada deprime el salario nominal porque trabajan por menos que el salario mínimo. De esa cuenta, a un gran número de trabajadores no le pagan el salario mínimo, lo cual es grave, porque deprime los salarios los formales y profesionales, cuestión que aumenta la ganancia neta de la cúpula del sistema.

Esta perversidad, conlleva otro problema: la migración de trabajadores. Más de un millón doscientos mil guatemaltecos han sido expulsados del país solo a los EU. El Cacif nunca se ha preocupado por inducir condiciones para que regrese esa masa trabajadora, al contrario, presiona al gobierno para que negocie se queden allá y emigren más. ¿Por qué ese interés oligárquico? Simple, son más de cuatro mil doscientos millones de dólares los que mandan los expatriados. De entrada el 10% queda en los bancos por el envío al país y luego, el 80% de ese platal se va en el consumo de los familiares. Según cálculos, más del 50% de las remesas queda finalmente en los bolsillos de la cúpula oligárquica. Antes los encomenderos vendían indígenas esclavos, hoy igual, los encomenderos del siglo XXI los expulsan para quedarse con la plata de su trabajo en el exterior.

Para el Cacif y la oligarquía oponerse a un aumento salarial es intrínseco a su naturaleza encomendera, y además, es el mejor sistema que han pensado para obtener sus extraordinarias ganancias y seguir gozando su grotesco gusto por ostentar, sus amanerados modales, su superficialidad cultural y su ancestral brutalidad política.

Aún cuando el gobierno omitió las admoniciones salariales del Cacif, la historia del país muestra que el aumento salarial nunca cubre la inflación anual y menos la acumulada, y que jamás se empareja con el costo de la precaria canasta básica alimentaria – de solo 26 productos- la diferencia, queda donde siempre ha quedado en más de quinientos años de encomienda.


Guillermo Paz Cárcamo

Comentarios

Entradas más populares de este blog

APOCALYPTO.

Mi buen amigo Guillermo, escribió un artículo interesantísimo. Le Concedo el espacio ya que es un excelente material. ¡¡¡Que lo Disfruten!!! Mel Gibson’s montó una película cuya argumentación es una pura y simple extrapolación de algunos pocos hechos históricos de una sociedad que el cineasta llama Maya, pero que en realidad no corresponde, ni por las escenarios arquitectónicos, ni por el vestuario, ni la utilería, ni por las manifestaciones de la vida cotidiana de los pueblos mayas descritos por los cronistas españoles, sobre todo curas, a finales del siglo XVI. Y por otro lado, dada la tendencia de Gibson’s a magnificar lo sangriento, las bajas pasiones, con el fin de impactar a un público cinófilo ávido de violencia escénica, sediento de actos necrófilos, convierte el film en una desagradable y, a veces repulsiva, ficción del salvajismo de los humanos. La historia negra de l...

El clasismo chapín

"Una familia" Fernando Botero (1989) Tocando el tema del clasismo en el país, me di cuenta, que tanto como el racismo, esta es una práctica bastante generalizada, pero extrañamente permitida; al supuesto que “como lo ven, lo tratan”. Y es que el clasismo en Guatemala se ve como algo mucho más normal de lo que debería ser. Si se tiene carro, si se tiene buena ropa y aunque pareciera trivial es mucho más común de lo que se piensa. Cuántos de nosotros nos hemos topado con personas que gustan de ver a las demás de abajo hacia arriba o preguntarles sobre sus triunfos académicos, ingresos económicos o simplemente dejarse llevar por la apariencia y calificar por lo poco que ve. Guatemala es clasista, se deja llevar por la ropa y la primera impresión; el pensamiento dominante priva de lo que realmente vale. La persona como tal, no por lo que viste o cómo habla. Pero es fácil dejarse engañar y asumir que no se es clasista cuando se practican, aparent...

Mario Payeras y su latitud de la flor y el granizo

La latitud de la flor y el granizo,  del escritor guatemalteco Mario Payeras (Chimaltenango, Guatemala, 1945-1995), es una joya literaria que invita a reflexionar sobre uno de los problemas más graves que enfrenta el planeta, el cambio climático. Este documento, que fue escrito en la década de 1980, hace un análisis sobre las consecuencias del impacto que el ser humano tiene en la Tierra. “Es urgente, en efecto, parar la obra de la sierra mecánica que en el silencio de la selva hace caer al cedro en flor”, explica el autor.   Con una prosa limpia y poética Payeras hace un llamado a cuidar la fauna y flora guatemalteca. Además explica  la influencia de la época industrial en la naturaleza. “Con la imaginación de poeta nos hace amar  Guatemala y con la rigurosidad de un científico explica todos los fenómenos sociales y naturales”, dice el prólogo.   El libro no solo es una llamada de alerta.  Sus páginas son un recorrido cultural y ecológico por el p...