
Foto: ojo Digital IRUMA
En algún lugar de la tierra debes pasar todos los días. Este territorio, este sitio, este país no es tan grande, como para esconderse por mucho tiempo. Es cuestión de estar en el momento justo, en la hora exacta. Sé que hemos recorrido la misma ruta, en el mismo espacio, pero en diferente tiempo. También sé que vemos los mismos hechos, las mismas cosas y vivimos la misma época, eso me tranquiliza, me atrevo a pensar que sólo debo invertir los papeles para acercarte a mí. Un poco de suerte para cruzarme en tu camino o un poco de esfuerzo mío son suficientes para torcernos la vida.
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El barco ha partido, llegaste a darle la despedida de honor. Creíste que era lo menos que se merecía. Sí, así lo deseaste creer, necesitabas ponerle nombre a tus incertidumbres, forrarlos con un rostro nuevo y un destino mejor al que despediste. Te alegras por eso. Ahora ya estoy lejos, en el ártico, viendo glaciales y osos polares. Nadie puede permanecer en la mar de países nórdicos sin cristalizarse. Ahora el hielo ha soplado hasta lo más profundo de lo que ambos creíamos vivo. Llegará el tiempo y borrará toda huella de nosotros, de nuestro tiempo. Vendrán otros rostros, otros exploradores con sus arqueólogos y encontrarán esa ciudad transparente y muerta.
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En estos días de Diciembre, cada recuerdo me visita fervientemente. Toca mi puerta y la abro. Segundos después escucho cristales cayendo y escupitajos de vidrios por todos lados. Y veo una sombra que ha corrido después de destrozarme la ventana de una pedrada.
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Después de tanto tiempo aún estoy furioso contigo; porque partiste sin consensos, ni acuerdos. Partiste en la peor de las noches, la que no tenía luna. Ahora compartimos el mundo, sin compartirlo, en espacios distintos. Estarás en algún punto del planeta, con la luz de la luna de fondo bailando con tu presente al ritmo de Beny Carter y Malibú.
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Han llegado los días en los que un nuevo ciclo comienza, no es de extrañarse que quiera huir despavorido por la puerta de atrás. He de dejar la comodidad de lo que conozco para sumergirme en las aguas inciertas del futuro. Pero la puerta de atrás siempre está abierta para cobardes como yo, pero no le daré gusto a lo predecible y me lanzo hacia lo desconocido.
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Esta vida la tengo prestada, porque parece no quedarme a la medida. Algunas veces grande, otras veces pequeña, me queda incomoda. Mis recuerdos por tanto, no son hechos a la medida de mi memoria, me son ajenos. Esto no debería ser así, pero lo es. Esos recuerdos no son míos, pero son los únicos que tengo.
Ángel Elías
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