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Vida Apasionante VI


-Hola, ¿Hay alguien allí? -dijo el caballero negro mientras empujaba una enorme puerta de madera sólida, con detalles en metal que rechinaba por el deterioro y el pasar de los años. Pese a la desconfianza que le invadía decidió entrar dando pasos cortos e inseguros. Comenzó a caminar lentamente observando aquellos cuadros antiquísimos que decoraban el castillo, de un momento a otro se detuvo frente a uno de ellos.


La imagen cobró vida y para la sorpresa del caballero era su infancia la cual pasaba como una película frente a sus ojos. Atónito por la situación corrió hacia atrás y tropezó con otro cuadro; era él nuevamente justo el día de su boda, amigos que no había visto desde ese día estaban allí . Era como si toda su vida estuviera separada por escenas reflejadas en esos cuadros.

El caballero negro no podía creer que estuviera viviendo ese momento, caminó velozmente y agitado hacia la puerta. No logro salir.
La puerta gigantesca estaba cerrada con cadena y candado, parado frente a ella vio hacia arriba, el lugar era imponente, antiguo, tenebroso, pero toda su vida estaba allí , colgada de una pared .

Caminó hacia el centro del salón, como queriendo alejarse de las paredes, sentía que lo invadían y por un momento incluso que le acusaban.
Era un lugar diseñado de forma circular, empezó a dar vueltas sobre si mismo; de izquierda a derecha haciendo un recorrido visual de su historia y en el último cuadro se detuvo.
La pintura lo llamaba, curiosamente no sentía temor como hace un momento, sino confianza. Era un lienzo pintado de blanco puro, lo tomó en sus manos con cuidado y fuerza pues el enmarcado era de los mas bellos que hubiese contemplado. Lo puso frente a él y cerró los ojos.
Sin excepción este cuadro también cobró vida, pero lo tomó a él como prisionero.
Aminta Paiz

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